top of page

NARRADOR OFICIO - Mi oficio es ser madre

  • Foto del escritor: Nicolás Ante M.
    Nicolás Ante M.
  • 12 may 2020
  • 4 Min. de lectura

MI OFICIO ES SER MADRE

Cuando tenía ocho años mataron a mis padres, así que para empezar, nunca tuve mamá. Sin embargo, toda la vida he sido madre. Yo sé que suena tonto porque todas las mujeres con hijos lo han sido y lo son, pero en mi caso esta labor la he cumplido con mucha gente, hasta con los que no son mis hijos legítimos. La vida es muy compleja, pero lo es aún más cuando tú, sola, tienes que ser la que tome las decisiones maduras desde niña.

Quedamos huérfanas tres hermanas, yo soy la del medio. En ese entonces, estoy hablando de 61 años atrás, no sabía nada acerca de mi hermana mayor, entonces yo asumí ese rol. Nos acogió un tío y su mujer. Mi tío nunca estaba en casa, y su mujer nos hacía la vida imposible, no nos quería. Así que solita me levantaba todos los días a las 4:00 a.m. para despacharme y despachar a mi hermana. Antes de irnos nos tocaba cargar baldados de agua desde el río Magdalena hasta la casa. De este modo, dejábamos agua en la casa para las labores de la mujer de mi tío.

Cuidé a Berenice hasta que cumplió 17 años. Después se fue a vivir a otro pueblo y yo decidí irme con mi tío a una finca, nunca terminé mis estudios. Allí conocí a mi primer marido, yo ya tenía 19 años. Mi primera hija fue a los dos años siguientes, mi segunda a los siguientes tres, y mi tercera al otro año. Las crie allá en la finca, después nos fuimos a vivir al pueblo. Trabajaba en una carnicería con mi ex-marido desde las dos de la mañana hasta las nueve de la misma mañana. Después nos poníamos a hacer arepas para vender. Chispas era muy trabajador pero tenía un problema, como lo tienen muchos, la infidelidad.

Un día, como las cosas más significativas de la vida pasan cuando menos te lo esperas, tocó la puerta de mi casa una señora. Era una mujer con unos 65 años aproximadamente, cabello castaño y piel morena. Traía consigo dos niños, el primero con doce años y el segundo diez. La señora que se quejaba de que sus años ya eran muchos para criar a esos dos niños, era la abuela de ellos. Los niños eran hijos de Chispas, pero no míos. Su madre no los quería, y cuando la noticia le llegó a Chispas tampoco los quiso recibir. “Que busquen una casa de adopción” – decía

Contrario a él, yo sí los recibí. Los acogí en mi familia así como una vez mi tío me acogió a mí y mi hermana en la suya. Los crie, mis hijas estaban pequeñas pero aun así fueron muy condescendientes. En cuanto a Chispas, bueno, me cansé. Lo descubrí con otra mujer en uno de los burdeles del pueblo. Nos separamos como era de esperarse, pero él confundió la palabra separarse con desaparecer. Abandonó a sus hijos, no volvimos a saber de él hasta después de muchos años.

La carnicería se fue abajo, así que empecé a buscar trabajo por otros lados. Vendí mercancía: ropa, zapatos, accesorios, y continué haciendo arepas. Lo más importante nunca dejé de criarlos. El mayor se dedicó a trabajar, conocí a una muchacha del pueblo y se fue a vivir con ella. El otro, quiso prestar servicio. Mis niñas siguieron estudiando.

Después conocí a otro hombre, con él tuve otro hijo, el menor de todos. No era mujeriego como Chispas, también tenía un problema, era violento con las mujeres. Nos separamos, y aunque no desapareció como el anterior, también fui yo quien lo crio.

Con la fama de la venta de arepas alquilé un local y monté un restaurante. Me dediqué a ello. Mi hermana menor reapareció después de un tiempo, con cinco hijos. También sufrió la misma suerte que yo con los hombres. Durante varios años trabajó y vivieron conmigo, sus hijos, los míos y ella.

Todos crecieron. Algunos conocieron a alguien, otros siguieron su vida de solteros pero independientes. Aunque fui muy estricta con eso, mis hijas dieron con buenos hombres, hasta el momento. Tuvieron sus hijos y sin pensarlo, ya era abuela.

Yo continúe con mi último hijo, pero me llegaron más, mis nietos. He criado a alguno de ellos y aun lo hago. Mis hijas en sus pueblos y yo en Medellín, con el menor de mis hijos y tres nietos que cursan sus carreras universitarias. Todas las mañanas me levanto a despacharlos. Durante el día ocupo mi tiempo en la casa, mis hijos me llaman, veo mis novelas, voy a clases de costura, hago manualidades, recetas nuevas, y cosas para regalar. En las noches recibo a los muchachos, y al otro día continúo con mi trabajo.

Todo lo que he aprendido en la vida me ha dado mis títulos. Tengo mi carrera en Ama de Casa y mi especialización en Crianza. A veces soy profesora, médica, costurera, artista, psicóloga, nutricionista y demás. Pero lo más importante, siempre soy madre. Trabajo todos los días, y mi pago son mis hijos.



Comments


3115076548

©2020 por Conociendo Historias. Creada con Wix.com

bottom of page